Saltar a la comba era uno de los juegos más divertidos de la infancia, donde pasábamos horas contando saltos y cantando canciones. Entre risas y retos, intentábamos no tropezar mientras la cuerda giraba sin parar. Era un juego simple, pero nos reunía con amigos y nos hacía sentir imparables. Hoy, esos momentos quedan como un bonito recuerdo de aquellos días sin preocupaciones.
✍ Recuerdos Nostálgicos
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