En la década de 1930, específicamente entre 1934 y 1935, la ciudad de Zaragoza fue escenario de un misterioso suceso que capturó la atención de medios locales e internacionales. En el número 2 de la calle Gascón de Gotor, una familia comenzó a escuchar una voz que parecía emanar de algún punto entre el primer y segundo piso del edificio. Esta voz, que se ganó el apodo de "el duende parlante", se manifestaba con risas y comentarios que desconcertaban a los residentes.
Arturo Grijalba, quien era un niño en aquel entonces, relató años más tarde cómo la voz interactuaba con los habitantes de la casa. En una ocasión, al llamarle "chalado" al duende, este respondió: "chalado, no, pequeño". La situación llegó a tal punto que la policía intervino, considerando incluso la posibilidad de demoler paredes para encontrar el origen de la voz. Sin embargo, nunca se encontró una explicación concreta, y el fenómeno cesó tan misteriosamente como había comenzado.
Este enigma ha perdurado en la memoria colectiva de Zaragoza, convirtiéndose en una de las leyendas urbanas más intrigantes de España. Aunque se han propuesto diversas teorías, desde fenómenos paranormales hasta elaboradas bromas, la verdadera naturaleza del "duende parlante" sigue siendo un misterio.
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