El cerebro humano es un órgano sorprendente y complejo que, entre sus muchas capacidades, también genera una pequeña cantidad de electricidad. Aunque no produce suficiente energía para alimentar un dispositivo electrónico estándar, sí genera impulsos eléctricos que son vitales para la comunicación entre neuronas y para el funcionamiento del cuerpo. Estos impulsos eléctricos son lo que permite que pensemos, recordemos, aprendamos y respondamos a estímulos.
Si bien la idea de encender una bombilla con la electricidad del cerebro es más un concepto ilustrativo que práctico, resalta cómo este órgano no solo es un centro de procesamiento, sino también una fuente de energía bioeléctrica esencial para la vida.
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