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Editado por AMC Digitales/Grupo Periódico de Baleares/Palma de Mallorca/Islas Baleares/España/2024

La traición la emplean únicamente aquellos que no han llegado a comprender el gran tesoro que se posee siendo dueño de una conciencia honrada y pura. Vicente Espinel (1550-1624) Escritor español.

¿Sabías que los árboles se comunican entre sí?

Los árboles tienen formas fascinantes y sorprendentes de comunicarse entre sí. Una de las principales es a través de las redes de micorrizas, también conocidas como el "Wood Wide Web". Las micorrizas son asociaciones simbióticas entre hongos y raíces de plantas que forman una red subterránea extensa conectando las raíces de los árboles. Esta red permite transportar nutrientes como fósforo, nitrógeno y agua entre los árboles, así como enviar señales químicas. Por ejemplo, un árbol enfermo puede recibir nutrientes de sus vecinos, y los árboles madre, que suelen ser los más grandes y viejos, a menudo ayudan a los más jóvenes compartiendo carbono o protegiéndolos de patógenos. 

Otra forma de comunicación son las señales químicas aéreas. Los árboles liberan compuestos químicos al aire para advertir a otros. Cuando un árbol es atacado por insectos o herbívoros, emite compuestos orgánicos volátiles (COVs) que actúan como una alarma. Esto permite que los árboles vecinos activen defensas, como producir toxinas o compuestos repelentes. Un ejemplo conocido es el de los álamos o acacias, que incrementan sus defensas químicas en respuesta a estas señales de peligro.

Los árboles también usan señales eléctricas dentro de sus sistemas vasculares para transmitir información de forma rápida. Estas señales pueden activarse en respuesta a daños físicos, sequías o ataques de plagas, lo que les permite coordinar sus defensas internas de manera eficiente.

Existen ejemplos fascinantes que ilustran estas formas de comunicación. En la sabana africana, las acacias liberan etileno, un gas que alerta a otros árboles cuando las jirafas comen sus hojas. Esto provoca que los árboles cercanos produzcan taninos amargos que disuaden a los herbívoros. Otro caso notable es el de un abeto madre en bosques templados, que puede nutrir a sus plántulas a través de las micorrizas, mejorando así su supervivencia.

Estas formas de comunicación muestran que los árboles no son seres aislados, sino que forman comunidades complejas y colaborativas. Es como si el bosque entero tuviera su propio sistema nervioso.

 

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