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Editado por AMC Digitales/Grupo Periódico de Baleares/Palma de Mallorca/Islas Baleares/España/2024

La traición la emplean únicamente aquellos que no han llegado a comprender el gran tesoro que se posee siendo dueño de una conciencia honrada y pura. Vicente Espinel (1550-1624) Escritor español.

¿Por qué se dice «conmigo», «contigo», pero no *«sintigo», *«sinmigo»?

A extranjeros y nativos les causan extrañeza las peculiares formaciones conmigo y contigo (también la reflexiva consigo). De acuerdo con la manera en que se combinan en español la mayoría de las preposiciones con los pronombres personales (hacia mí, hacia ti, hacia sí; de mí, de ti, de sí; para mí, para ti, para sí; etc.), lo esperable hubiera sido decir *con mí, *con ti, *con sí. ¿Por qué no ha sido así?

Para explicar esta anomalía, hemos de remontarnos a la lengua latina. En el latín clásico, la preposición cum presentaba la particularidad de escribirse unida y pospuesta a la forma de ablativo de los pronombres personales: mecum, tecum, secum, nobiscum, vobiscum (como se aprecia en la fórmula de la liturgia católica Dominus vobiscum, ‘el Señor [esté] con vosotros’).

En los primeros estadios del romance hispánico, las formas latinas mecum, tecum y secum dan lugar, por evolución fonética, a migo, tigo y sigo; los hablantes, perdida ya la conciencia de que en el étimo de esas formaciones estaba presente la preposición latina cum, les anteponen la preposición romance con, en una suerte de redundancia preposicional: «¿Queredes ir conmigo al Criador rogar?» (Auto de los Reyes Magos [España c. 1180]); «¿Qué can es este que traes contigo? ¿Quiéreslo vender?» (Calila e Dimna [España 1251]).

Aunque en la lengua medieval también existieron conglomerados semejantes para el plural (connusco ‘con nosotros’ y convusco ‘con vosotros’), estos desaparecieron durante el Siglo de Oro, mientras que los de singular han pervivido hasta hoy en todas las variedades del español. Hay que advertir que conmigo, contigo, consigo han de escribirse siempre en una sola palabra.

Por su parte, la preposición sin sigue el patrón regular (preposición + pronombre), pues en latín la preposición sine aparecía siempre antepuesta: sine me, sine te, lo que da lugar en castellano a las construcciones regulares sin mí, sin ti. En este caso, la etimología no justifica las formas *sinmigo, *sintigo, inexistentes en español.





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