El sacrificio estuvo presente en cada paso que dieron. Hermione, con su incansable deseo de ayudar y proteger, se encontraba al borde de su resistencia una y otra vez, mientras Harry, marcado por su destino, luchaba no solo por su vida, sino por la de aquellos que amaba. No había espacio para dudas, solo para la certeza de que debían seguir adelante, sin importar los costos.
Cada victoria, cada derrota, les acercaba más. Y cuando los momentos de incertidumbre se volvían insoportables, cuando el miedo amenazaba con consumirlos, se aferraban el uno al otro. Sin palabras, sin promesas, solo con un vínculo que había sido forjado en las mismas llamas de la guerra.
Hermione entendía el peso que Harry llevaba sobre sus hombros. Aunque él se resistiera a aceptarlo, ella veía en sus ojos la lucha interna, la necesidad de proteger a todos, de salvarlos, aunque eso significara su propia perdición. Y Harry, por su parte, comprendía a Hermione más allá de su brillante intelecto o su actitud firme. Sabía que ella, al igual que él, estaba dispuesta a sacrificarse por los demás, aunque eso significara renunciar a su propia paz.
Era una relación distinta, alejada de los juegos juveniles o los malentendidos de una adolescencia que parecía tan lejana ahora. Lo que compartían era una intimidad que solo los que habían luchado juntos por sus vidas podían entender. La guerra los había cambiado, los había unido de una forma que no podía deshacerse. Cuando las palabras se quedaban cortas, cuando los gritos y el dolor eran demasiado grandes, siempre estaban el uno para el otro.
Porque sabían que no había manera de enfrentar la oscuridad solo. Juntos, podían sostenerse, compartiendo la carga de un mundo que parecía irremediablemente roto, un mundo que solo encontraría la paz si ellos, de alguna manera, lograban vencerla. Sin embargo, más allá de cualquier victoria, lo que realmente los unía era el sacrificio, el haber luchado, caído y sobrevivido juntos. Y eso, en algún lugar profundo de su ser, les otorgaba una fuerza que nada ni nadie podría arrebatarles jamás.
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