Bon día, buenos días.
La juventud ha olvidado que no es inmune a nada, se juega la vida por un estúpido «selfie«, se juega la vida con una solemne estupidez.
La juventud se juega el saber, viviendo a expensas de que un móvil o internet todo lo sabe, creándose tal inseguridad que no pueden vivir sin ello, pero que también engaña con falsedades y más estupideces, cierra los ojos a la realidad y abre los ojos ante un mundo ficticio, creado por ellos mismos.
Ha llegado a la idea de que para divertirse, es necesaria una víctima en el colegio o en el instituto, (véase bullying) o una novatada de lo más cruel en la universidad, o incluso una borrachera, en un más que inútil botellón acabándose a pedradas con la policía, destrozando mobiliario urbano, que ellos no pagarán, pero sus padres si, dando la llave a los agitadores de siempre, dándoles patente de corso para destrozar y saquear negocios, que tanto han costado de emprender.
Sin tener idea de lo que es empatizar.
Por otra parte se le da un culto al cuerpo exagerado, la foto para Instagram.
O ser el influencer o la influencer más popular y seguida por montones de borregos sin siquiera personalidad alguna, e incapaces de hacer algo por sí mismos, con tal de ganar pasta lo más rápidamente posible y sin apenas doblar el espinazo.
Esa cierta juventud, y digo cierta, porque no es toda ella, afortunadamente, que deja un estercolero a su paso en sus fiestas de ese botellón, que otros tienen que limpiar y hacer horas extra que son menester para tal desorden.
La que no entiende que todo no se puede hacer y la que irá a manifestaciones para el reciclaje, y la conservación del medio ambiente, y no han sido capaces de llevarse una bolsa de basura en sus fiestas callejeras, para meter en ella los desperdicios y depositar la basura generada por ellos en los lugares y puntos habilitados para este menester.
Ahorrando así un montón de horas extra a los encargados de la limpieza municipal y el monumental cabreo de los vecinos que a la mañana siguiente han de ir a trabajar.
Pero las modas pasan, y las vuestras también pasarán, y lo que es aún más triste, esa juventud también pasará. Y en el paso de estos años, os preguntaréis ¿En qué he gastado mi tiempo? ¿He aportado algo provechoso a la comunidad?
Dicen que el que lee es peligroso, pues saber es poder, saber cuando se siente uno manipulado, no, no conviene.
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