(VII) Ambición envenenada: Cuando la infidelidad arruina más que una relación

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La actitud materialista y egoísta de Silvia fue uno de los factores clave que contribuyeron al deterioro de su relación con Fernando. A pesar de sus intentos por ayudarla, su falta de interés en él y su obsesión por el dinero terminaron por minar la confianza y la estabilidad emocional de Fernando, y pusieron en peligro su futuro juntos.

Fernando decidió enfrentar la situación de frente. Habló con Silvia y le preguntó si estaba teniendo una aventura con Roberto. Ella lo negó rotundamente, pero Fernando sabía que estaba mintiendo.

Fernando llegó temprano a casa, como de costumbre. Como siempre, entró sin hacer ningún ruido, tratando de no molestar a nadie. Sabía que Silvia estaba en casa, ya que su coche estaba aparcado en la calle, pero no la vio en el salón. Se preguntó si estaría ocupada en la cocina o en el baño.

De repente, escuchó la voz de Silvia. Parecía que estaba hablando por teléfono en la habitación de al lado. Fernando se acercó sigilosamente a la puerta y escuchó atentamente. No quería interrumpirla, pero quería saber de qué hablaba.

Silvia siguió hablando por teléfono y Fernando, aunque sabía que era inapropiado, no podía evitar sentir curiosidad por saber con quién hablaba. Decidió esperar un momento en el salón para ver si podía escuchar algún detalle de la conversación.

Mientras esperaba, trató de no parecer demasiado interesado en la conversación. Hizo como si estuviera revisando su teléfono y se mantuvo en silencio, aunque su mente estaba en otro lugar.

Fernando escuchó la voz de un hombre al otro lado de la línea. Se dio cuenta de que Silvia estaba hablando con un colega de trabajo, alguien con quien había estado trabajando en un proyecto importante. Fernando no pudo evitar sentir una pizca de celos al escuchar la voz masculina, aunque sabía que no tenía razón para sentirse así.

Silvia: Hola Roberto, ¿cómo estás?

Roberto: Hola mi amor, estoy bien. ¿Y tú, cómo has estado?

Silvia: Muy bien, gracias. Estaba pensando en ti y quería escuchar tu voz.

Roberto: Me encanta escuchar eso. Yo también he estado pensando en ti todo el día.

Silvia: ¿Sí? ¿En qué has estado pensando?

Roberto: En lo increíblemente afortunado que soy por tenerte en mi vida. Eres la persona más especial que he conocido.

Silvia: Eres tan dulce. Yo también me siento muy afortunada de tenerte. ¿Te acuerdas de la última vez que salimos juntos?

Roberto: Cómo olvidarlo, fue una noche increíble.

Silvia: Fue fantástico. Me encanta pasar tiempo contigo. Eres tan divertido y cariñoso.

Roberto: Y tú eres tan hermosa y amable. Me encanta cómo eres tan libre y abierta a probar cosas nuevas.

Silvia: Me gusta experimentar y hacer cosas diferentes. Y me encanta que tú estés dispuesto a seguirme en todas mis aventuras.

Roberto: ¡Por supuesto! Me encanta cada momento que pasamos juntos. Eres la persona más importante en mi vida.

Silvia: Y tú eres el amor de mi vida. No puedo imaginar mi futuro sin ti.

Roberto: Yo tampoco puedo imaginar mi vida sin ti, Silvia. Eres mi todo. Te amo mucho.

Silvia: Te amo más, Roberto. Gracias por hacerme sentir tan especial.

Fernando apenas podía escuchar la conversación que tenía Silvia. Parecía que hablaba con su amigo Roberto. Antes de que Silvia colgara, Fernando llegó sin hacer ruido a la puerta y, casi sin fuerzas, Silvia dijo: «Cariño, he llegado. ¿Dónde estás?»

El alma de Fernando estaba destrozada. Tenía tanto dolor que apenas había escuchado algo de esa conversación, pero sabía que algo no estaba bien.

Cuando Fernando entró en la habitación, encontró a Silvia tumbada en la cama, absorta en su teléfono móvil. Levantó la mirada brevemente cuando él entró, pero no parecía interesada en hablar con él.

Fernando le preguntó qué estaba haciendo y ella respondió con un tono frío: «Estaba mandando un mensaje de Whatsapp. ¿No me digas que estás otra vez con tus historias? Eres muy pesado. ¿Podrías dejarme tranquila?»

Fernando se sintió dolorido por la forma en que Silvia le habló, pero decidió no decir nada al respecto. En lugar de eso, tomó una muda de ropa y se dirigió al baño para ducharse. Sabía que necesitaba alejarse de la actitud de Silvia y quitarse toda la tensión que estaba acumulando en su cuerpo.

Mientras se duchaba, Fernando no podía evitar sentirse destrozado por la forma en que Silvia lo trataba últimamente. Sabía que algo estaba mal en su relación, pero no estaba seguro de cómo abordarlo. Quería ayudar a Silvia y solucionar cualquier problema que estuviera enfrentando, pero se sentía cada vez más aislado y distante de ella.

Cuando salió de la ducha, Fernando decidió que tenía que hablar con Silvia y aclarar las cosas. No podía seguir viviendo en una relación en la que se sentía ignorado y maltratado.

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