Crítica del libro «Joven, no me cabree»

¿Qué es provocación hoy en día?, ¿Ha cambiado el concepto de los límites que no se pueden traspasar en el arte y en las manifestaciones públicas?.

En el libro «Joven, no me cabree», Boadella expone con frases contundentes su visión de la sociedad actual y cuestiona el llamado «progresismo». Nada resume mejor los aires que nos circundan que la denuncia que el dramaturgo hace a las continuas prohibiciones:

«Dogmas de la plebe: cuando te despistas ya te han asaltado una parcela de libertad bajo el amparo de tu propia salud y del bien de la humanidad».

Y es que no hace falta detallar mucho la sentencia para entender de lo que hablamos. La definición de la máxima de nuestro tiempo en boca de Boadella es demoledora: «El progresismo es el encubrimiento perfecto de las mayores imposturas y dislates, pues gravita sobre una rectificación frívola e indocumentada de las actitudes naturales y el sentido común».

Tras leer la obra del director catalán, uno puede imaginarse las opiniones que tiene hacia la sucesión de anécdotas que se elevan a la categoría de noticia a diario, especialmente las que tienen tintes de supuesto feminismo. Y es que la progresía se erige como una nueva religión con algunos matices:

«Tiene un criterio fluctuante. Se trata de una moral laxa en lo esencial pero radicalmente inquisitorial en lo superfluo».

Sus enseñanzas son tan clarividentes que, frente a la tentación de escribir una crítica, prefiero rescatar sus mejores frases que suponen un diagnóstico certero. Así explica el control social:

«Las propias masas se ocupan de controlar las desviaciones y si es necesario, actúan como brazo secular en sus redes y medios convertidos hoy en las hogueras contemporáneas».

«Esta nueva irrupción del juicio popular, secundado también por ​ muchos medios, entre ellos medios públicos, causa pánico por la difusión y la impunidad con que actúa».

Aunque en el libro Albert Boadella dialoga con un joven estudiante de doctorado de Arte Dramático, la crítica social que expone atañe a toda la sociedad y no solo a los de menor edad. No obstante, pone el acento en aquellos que creen que no existen maestros, ni valoran la cultura clásica y siguen mansamente todas las consignas:

«Forman parte de la planificación con la que les han moldeado. Son ustedes carne de obediencia sentimental. Incluso en sus algaradas antisistema se comportan según el diseño para un buen youtuber. Despecian el cristianismo pero tienen su propia doctrina, mucho más programada».

Hace años, cuando era universitaria, estaba a años luz de los postulados del director teatral. En este punto de la historia no se si él ha cambiado mucho o he sido yo la que he descubierto que también tengo alma de provocadora. La incorrección política es ahora la rebeldía de los maduros.

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