Los motivos de Víctor Sánchez para «tomar partido»
Año 2021: La sociedad mallorquina estaba silenciada. Tratando de encajar el advenimiento de la pandemia, la desescalada, las múltiples restricciones administrativas y numerosas situaciones de incertidumbre que condujeron a muchos a la ruina.
El sector de los hosteleros, desesperados ante los acuciantes gastos y con las leyes más draconianas de toda España, se organizó en torno a la Resistencia Balear. El fenómeno prendió en las redes y 10.000 ciudadanos expresaron su protesta ante el Consolat de Mar. Una de las muestras más espontáneas que ha vivido la isla y pese a no tener ningún aval económico para organizar la protesta ni ningún partido ni grupo de presión asentado en el establishment que la auspiciase.
A partir de esa cita emerge un personaje en escena que despierta adhesiones inspiradoras o rechazos feroces: Víctor Sánchez . El dueño del restaurante As de tablas, y considerado el «Príncipe del Cachopo en Baleares» se destapó como una de las figuras más motivadoras en medio de la desesperanza y la incomprensión.
El lema del empoderamiento
Según el mismo ha contado, el Govern trató de abortar la convocatoria. En una reunión con otros miembros de la Resistencia Balear, intentaron negociar con Víctor una salida «airosa» para el hostelero que se había arruinado por no poder trabajar. Pero dijo no a la tentación.
«Si yo no trabajo, tu no cobras» fue el lema del empoderamiento del sector y de otros muchos autónomos. Era la demostración de fuerza del verdadero substrato de la economía balear. Víctor y los suyos no desistieron. Ni se asustaron. Pasado el escenario más crítico, Víctor decidió que aquello no debía olvidarse. Y descubrió que había nacido en él una vocación política. Tenía el deseo de trabajar por las libertades, por revalorizar el turismo y dignificar la hostería, por buscar soluciones más imaginativas que afectaban a todas las áreas de gobierno. Y que quería acabar con una suerte de feudalismo que subyacía en el «modo de hacer» de las administraciones.
Mientras perfilaba sus ideas y hacía su propio estudio de campo (pulsaba la calle y consolidaba un equipo de trabajo), luchó para ganarle la partida a un cáncer. La complicidad de su mujer y el apoyo de su hijo le permitieron sortear la sucesión de problemas que se precipitaron: el cierre de su negocio, una enfermedad y una citación de la fiscalía que pedía dos años de prisión por organizar la manifestación de las 10 mil almas. Está prevista para el 23 de mayo pero puede que la huelga lo impida.
Las ideas por encima de caballos ganadores
A Víctor Sánchez lo quisieron varios partidos políticos. Pero él sintió que tan solo querían utilizar el símbolo en el que se había convertido. Intentó encontrar encaje en formaciones pequeñas, independientes y sin representación pero no fue posible el entendimiento. Cuando planeaba presentarse como una agrupación electoral, llegó el «match» inesperado. Una oferta para ir en las listas de Alianza por Calviá. Víctor, que ha trabajado durante más de una década el municipio (fue maître en el restaurante del Golf de Bendinat) y que quiere combatir la turismobia del ejecutivo balear, siente que ha sido una llamada del destino. Va en las listas de un partido nuevo y fruto de la rebeldía pero junto a la experiencia de Luisa Jiménez , portavoz de la oposición en la última legislatura y muy conocida por los calvianers.
Hay quien le censura que haya «coqueteado» mucho antes de elegir. Pero la democracia exige de ese inconformismo para renovarse. Y él asegura que siempre ha perseguido unos valores y poder desarrollar sus ideas por encima de «caballos ganadores» o «sillas donde galopar».
Aunque no encabece la lista, es el fenómeno más novedoso en esta cita electoral. Alguien que ha obedecido a su propio proyecto y a su propia conciencia mientras otros acatan lo que las maquinarias de los partidos determinan desde Madrid o Palma.
