Los fantasmas del pasado siempre vuelven

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Estaba de pie y una extraña sensación de paz la embargó. Una sensación que hacía tiempo tenía olvidada. El miedo desapareció por completo de su cuerpo y de su mente.

Bajo la mirada hasta el cuerpo que se hallaba a sus pies y lo recorrió con la mirada lentamente. Estaba muerto.

Carmen, miro a su alrededor la noche cubría el bosque y sólo se oían los sonidos típicos de la oscuridad, que parecía haberse tragado cualquier luz . La mujer se miro las manos cubiertas de sangre, era del cuerpo que yacía a sus pies. No podía volver atrás en sus actos, aunque su mente tampoco quería volver a retroceder y sin embargo volvió a revivir amargamente la noche, en la que dejo de ser humana.

En la que se sintió culpable, siendo víctima. Donde la sociedad la señalaban como «la incitadora» a su brutal ataque, en la que sus más allegados le repitieron una y otra vez que no dijera nada, no valía la pena. En la que una y otra vez tuvo que revivir su ataque brutal delante de abogados, fiscales, policía y juez. Era víctima, pero la sociedad se encargó de que no fuera así.

Su atacante salió impune de sus actos y ella fue tachada de mentirosa y provocadora.

Durante dos largos años, cada día se encontraba con su atacante que al verla le sonreía burlonamente. Ella sólo recordaba sus manos tocando su cuerpo, notaba su aliento en su cuello y sus palabras en sus oídos, mientras la violaba.

Él era libre y ella era presa del miedo en cada esquina, presa de los cuchicheos que se cebaban cuando andaba por las calles de su pueblo. Muchas veces había querido huir, pero su madre enferma la ataba al tormento de revivir lo de esa noche.

Dos largos años habían pasado y ahora por fin era libre del infierno en el que se la había encadenado injustamente. Y revivió los últimos instantes de sus cadenas.

Eran las fiestas del pueblo, Carmen regresaba a su casa después de ayudar a decorar la zona infantil. Las fiestas síempre se celebraban a las afueras del pueblo para que los juegos y los puestos fueran más espacíosos.

Había andando la mitad del trayecto cuando se acordó que en uno de sus bolsillos, tenía una navaja que alguien le había prestado. Su primer impulso fue regresar, pero no tenía ganas de encontrarse con la gente. Así que siguió en dirección a su casa, cuando unos pasos justo detrás de ella hicieron que se detuviera.

Lentamente se giró y pudo ver su rostro. Carmen apretó la mandíbula, él le sonrió burlonamente tocándose sus partes íntimas. Lo siguiente que recordaba era estar corriendo entre los árboles, las ramas arañándole la cara, un forcejeo en el suelo… Y como la navaja se incrustaba en el corazón de su atacante.

Carmen movió la cabeza de lado a lado, como si se quisiera desprender de todo lo acontecido. Se agachó y agarró con fuerza la navaja para sacarla del cuerpo y guardarla. Por última vez miro al hombre que tenía a sus pies, suspiró y pensó mañana será otro día.

El periódico al día siguiente se hacia eco de una noticía “Depredador sexual asesinado en la zona del mirador”. Según los primeros indicios parecía un ajuste de cuentas. Jamás hallaron el culpable o los culpables y con el tiempo se fue disipando el asesinato, sin que nadie fuera detenido.

Carmen hayo la paz con el tiempo, volvió a sonreír y amar. Y nunca más los fantasmas del pasado volvieron a ella.

En los tres primeros meses del año 2021 se produjeron 1.077 delitos de violación mas que en 2019. El 80% de los agresores sexuales son conocidos por sus víctimas y que no presentan antecedentes penales. La totalidad de los casos, la víctima es una mujer (95,5%) y el agresor un hombre (99,4%).

Después de una violación o una agresión sexual, es bastante habitual que la víctima no sepa qué hacer, dónde acudir o a quién contarle lo sucedido. Esto es así, en gran medida, por los mitos y creencias erróneas que están asociadas a este tipo de agresiones; pero ninguna persona, nunca, debería pasar sola por una situación así. Más de uno ha escuchado frases del tipo “no es algo tan serio”, “esto no me puede pasar a mí”, “ella se lo buscó” o “la mejor manera de superarlo es actuar como si no hubiera sucedido”, entre muchas otras. Ninguna de estas frases ayuda a la víctima y, mucho menos, a prevenir ataques de carácter sexual en el futuro dentro de nuestras sociedades.

El Centro de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales (CAVAS) es tajante en cuanto al aspecto principal dentro de una agresión y asegura que, si has sido víctima de una violación, o conoces a alguien que lo ha sido, siempre debes tener presente que sólo hay un culpable: el agresor.

3 pensamientos sobre “Los fantasmas del pasado siempre vuelven

  1. Caray con tu artículo, Nuria. Tan excelente me ha parecido que me atrevo a decirte que con personas con tu sensibilidad vale la pena y desear ser compañero tuyo en nuestra tarea periodistica. Mi respeto por como has sabido tratar un tema tan lacerante y que muchas veces se queda entre los pliegues de nuestro pensamiento. Gracias y enhorabuena.

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