No, no se trata de los protagonistas de algún cuento navideño, aunque mejor pensado bien podría ser el cuento de un mal sueño en esta España que el Marqués de Falconeti ha diseñado de la manera mas burda e irresponsable.

Los muñecos a los que quiero rendir un modesto pero sentido homenaje, son aquellos que sin carne que vestir nos han trasladado en muchas y variadas ocasiones hasta hacernos creer que lo que sí tenían era un alma generosa. Al final no veíamos a aquel y aquella ventrílocua que con su mano detrás de la espalda nos contaba en clave de humor la actualidad reflejo de aconteceros en un mundo más próximo por ser menos lejano.

Los más jóvenes del lugar ni siquiera sabrán de quienes les hablo cuando cite a Macario, Dª Rogelia, el cuervo Rockefeler o el pato Nicol y su partener Nicoleta, pero les puedo asegurar que ellos existen aunque descansan más tiempo del debido en un baúl arropados por los recuerdos de sus mejores tiempos.

Pues miren que cual no sería mi sorpresa cuando vi que en un entorno muy peculiar y diferencialmente escogido otros muñecos que pudieron ser mimetizados por un ventrílocuo que actuó como jefe de esa manada, se esforzaban en trasladar el mismo mensaje a un montón de españoles prestos a celebrar las fiestas de navidad y olvidarse, aunque solo fuera por unas horas, de tantos disgustos energéticos, sobresaltos por no poder llenar la cesta de la compra o capear la preocupación por como añadir al depósito de los carburantes unos euros muy devaluados en esa actividad.

Y apareció un duplicado del cuervo Rockefeller vociferando con voz ronca el que la oposición a esa manada estuviera atentando contra la democracia por no respetar la Constitución y echándoles la culpa de todas las barbaridades que ellos mismos cometieron por palabra u omisión.

O alguien muy parecida a Dª Rogelia, quien desde una poltrona usando iguales términos desde el palacio que dio santo y seña a aquel 3 de mayo de 1808, inmortalizado 6 años después por un genial Francisco de Goya y Lucientes. Sí, aquella Dª Rogelia que hace solo un par de meses nos echó de España a canarios y baleares al trasladar los beneficios recibidos desde la Unión Europea obtenidos por el jefe solo para los de la península ibérica.

O aquel pato Nicol que advirtió de todos los males por llegar al haber cometido la oposición el atentado más grave contra la democracia por haber utilizado los términos legales que la propia Constitución respalda al dar cuerpo de naturaleza a la defensa de la legalidad vigente.

Y mientras tanto un tal Macario, boina en ristre como corresponde a la prenda de defensa capilar, estaba boquiabierto escuchando tantas memeces y expresiones tan estúpidas referidas al atentado contra la democracia, la defensa de la Constitución y las verdades de que un determinado territorio de la nación española había sido pacificado gracias a las decisiones de ese jefe que seguía manejando a los muñecos apretujándoles el cogote.

Y he traído a esta palestra tan solo unos muñecos, pero hay más, tantos como mal contados otros 20, quienes actuaron en el sanedrín con su habitual uso de la palabra o la misma omisión. Y todos ellos violaron sistemáticamente el Torah de la carrera de San Jerónimo.

Y los millones de españoles que se manifestaron adheridos al “ya era hora de tantos desmanes” con que ejerció la oposición a la actuación del plan de aquel salteador de caminos de las normas y leyes del Estado, nos vimos un poco recompensados.

El delincuente que con esa denominación ha quedado retratado para la galería de personajes para olvidar, ha ido mucho más allá en sus descalificaciones a la oposición insistiendo en aquello de que la monarquía era el germen de la práctica de la delincuencia, en apoyo a la teoría de otro individuo hijo de Putin. Y vean que no he encontrado algún muñeco que pudiera representarle.

Y todo eso, porque la oposición presentó un recurso ante el Tribunal Constitucional para impedir que el felón del jefe de los muñecos se saliera con la suya por la fórmula utilizada. Y al admitir el Tribunal garante de las normas y aplicaciones constitucionales el trámite del recurso, han puesto el grito en el firmamento denunciando a los Macarios que se han hecho eco de sus palabras y que, según dicen, es la primera vez en la historia de la democracia que un Tribunal desautoriza la tramitación de unas actuaciones planteadas por el legislativo. Señor, Señor, cuanto analfabetismo cerebral atesoran algunos de los corifeos que así se manifestaron. El Tribunal Constitucional, no es un tribunal de juicios ordinarios y extraordinarios, es simple y llanamente el Tribunal que debe juzgar si las decisiones tomadas en cualquiera de las Instancias del Estado se ajustan a lo que dictamina la Carta Magna de los españoles.

En el fondo, el jefe había apalabrado con el Rufian de turno y otros adláteres catalanes que eliminaría el concepto de sedición del Código Penal y lo sustituiría por un hecho punible más descafeinado, y de paso rebajar también las penas por malversación de caudales públicos, con lo que “els delincuents del procés” se iban de rosas con el dinero de los impuestos pagados por todos los españoles. A eso, en román paladino se le llama latrocinio, choriceo y sinvergonzonería. Trileros de baja estopa.

Y la rebelión de los muñecos acabó cuando todos ellos volvieron al baúl de los recuerdos dejándonos antes de cerrar la tapa una redondilla de la religiosa mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, aunque veamos que se han tomado la libertad de sustituir un artículo determinado en femenino por otro masculino, y así queda:

¿O cual es más de culpar
aunque cualquiera mal haga:
el que peca por la paga
o el que paga por pecar?

“Vergonya cavallers, vergonya”, que dicen que dijo una vez Jaime I el Conquistador.

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