La pirotecnia no tiene una sola cosa positiva para nadie, más que para los fabricantes o los que los venden. Prueba de ello, la cantidad de niños lesionados por la misma, personas con Alzheimer, autistas, con epilepsias, bebes o de animales heridos, muertos o perdidos.

Las personas que sufren trastornos como autismo o epilepsia, por ejemplo, tienen que ser llevadas al hospital al sufrir crisis nerviosas por su elevada sensibilidad a los ruidos y por la respuesta de angustia que en ellos provoca.

Respecto de los que lo sufren. Se trata de daños privados que se generan por ansiedad o dentro del domicilio. Existen miles de personas con ligirofobia o problemas de conducta que sufren de manera extrema cuando se encuentran en una zona de explosiones.

 En este grupo de damnificados podemos incluir a los propietarios de mascotas, así como las propias mascotas y la fauna urbana, que no pueden comprender qué sucede. Ante el estallido, se produce un pánico que puede causar crisis de angustia, infartos, ansiedad. No olvidemos que todos los años cientos de perros y gatos escapan por pánico ante explosiones de petardos y pueden causar accidentes de tráfico, con independencia de su posible fallecimiento.

Las personas con Alzheimer

Las personas con Alzheimer experimentan padecimientos adicionales como desorientación y nerviosismo a causa de las explosiones. Los recién nacidos, los bebes y la niñez en general, padecen la contaminación acústica de la pirotecnia. Ya que, además de generarles susto y estrés, interrumpe sus horas de sueño y descanso provocándoles tensiones y sobresaltos.

El ruido de un petardo o cualquier pirotecnia es un sonido sumamente intenso y ellos lo perciben de manera muy vívida. Sienten como si estuvieran en el medio de un bombardeo en una guerra, como si cayeran bombas al lado de ellos. Y esto genera muchísimo estrés, muchísima liberación de los neurotransmisores propios del estrés y genera un gran nivel de alteración conductual y emocional.

No se puede llamar costumbre, tradición o cultura a un acto que afecta la vida de otro ser vivo y que además causa contaminación al ambiente, generando contingencias que ponen en riesgo la salud de los ciudadanos.

Son muchísimas las personas que están en contra de esta práctica y, a nivel legal existen un vacío y una inconsistencia importantes. Por ello, resulta absolutamente incoherente que, habiendo tanta gente en contra y tantísimos seres que sufren de manera cruel e injustificada, algo así se siga manteniendo y permitiendo, simplemente porque nadie hace nada. Ha llegado la hora de cambiarlo mediante una regulación legal.

Ya existen comunidades donde la pirotecnia como tal esta prohibida. Es hora de que los Ayuntamientos decidan sobre la calidad de vida de seres vivos, incluidos animales.

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NURIA SERAL

Redactora Jefe

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