Hace medio siglo moría Juan Eduardo Cirlot, quizás uno de los poetas que en la actualidad se lee poco, pero eso no significa, que su obra poética y literaria no sea importante. Quizás sea necesario potenciar su lectura, interesarnos por su obra, por su vida. Este poeta es considerado como un creador único de nuestra literatura. Cultivó varios ámbitos: poeta, crítico de arte, mitólogo, iconógrafo y músico español. Le apasionaba el coleccionismo de armas antiguas, el tratadismo y la crítica de arte y, sobre todo, la simbología. Entusiasta de la Edad Media.

Cabe destacar de su biografía varios aspectos: En 1937 fue movilizado para luchar por la República; a comienzos de 1940, tras la guerra civil, fue movilizado otra vez, pero por el ejército franquista. Estuvo en Zaragoza hasta 1943; allí frecuentó el círculo intelectual y artístico de la ciudad y se relacionó con el pintor Alfonso Buñuel (hermano de Luis Buñuel). En el verano del 43 regresa a Barcelona para trabajar en el Banco Hispanoamericano y conoce al novelista Benítez de Castro, quien le introduce en el periodismo como crítico de arte. Trabaja en la librería editorial Argos.

Se inició en el surrealismo, empezó a escribir y publicar poesía en 1942.Compone música y trata a los artistas del grupo Dau al Set (Modest Cuixart, Antoni Tàpies, Joan-Josep Tharrats, Arnau Puig, Joan Brossa). En 1949 colabora en Dau al set (revista). En octubre viaja a París y conoce a André Breton, quien dirigió una importante carta en 1959, para alejarse después del Surrealismo. Se edita Igor Stravinsky, su primer ensayo. En 1951 empieza a trabajar en la editorial Gustavo Gili, donde permanecerá hasta su muerte. Compone una novela, Nebiros, que no superó la censura en 1951. Cuando Cirlot destruyó su archivo anterior a 1958, dejó esta novela incólume, que fue publicada póstumamente en 2016 por Ediciones Siruela.

Su obra más famosa «Diccionario de símbolos» alcanzará difusión internacional y traducción a diversas lenguas

Entre 1949 y 1954 conoce y trata al etnólogo y musicólogo alemán Marius Schneider en Barcelona. Trabaja con José Gudiol Ricart. En 1954 aparece El ojo en la mitología. Su simbolismo. Entra a formar parte de la Academia del Faro de San Cristóbal. En el año 1958 empieza a escribir colaboraciones en las revistas Goya y Papeles de Son Armadans, y aparece su obra más famosa, el Diccionario de símbolos tradicionales, en la editorial Luis Miracle; obra que alcanzará difusión internacional y traducción a diversas lenguas.

Siguen unos años de intensa actividad como crítico y conferenciante. En 1962 se publica en inglés su diccionario con el título A Dictionary of Symbols con prólogo de Herbert Read. En 1966 vio la película El señor de la guerra de Franklin J. Schaffner. Entre 1961 y 1971 colabora en la Vanguardia.

En 1971 enferma de cáncer de páncreas, es operado y el 11 de mayo de 1973 muere en su casa de la calle Herzegovina de Barcelona. Fue padre de la historiadora del arte Lourdes Cirlot (n. 1949) y de la medievalista Victoria Cirlot (n. 1955).

Los temas en su poesía son diversos, el amor, la otra realidad, la constante insatisfacción. En su poesía buscaba aspectos que le llevaran más allá de cualquier perspectiva u horizonte.

Cirlot se adscribió al filo de los cuarenta a la escuela surrealista francesa y al dadaísmo, para asumir luego una tradición espiritualista de muy lejanos horizontes (la Cábala, el sufismo y los estudios orientales) de anhelo universal. De ahí proviene su interés por la simbología, que nutre toda su actividad literaria y su importante labor como crítico de arte.

Su poesía podría parecer algo oscura, pero su profundidad lo llevó a otras posibilidades poéticas mucho más enriquecedoras

Escribió más de 50 libros, y se mantuvo independiente y alejado de las corrientes literarias de la época, lo que le marginó en cierta medida, ajeno a modas y reconocimientos siempre se consideró que no se identificaba con el tiempo presente, y que hubiera preferido vivir en otra época. Su poesía podría parecer algo oscura, pero creo que de esa oscuridad, su profundidad lo llevó a límites y a otras posibilidades poéticas mucho más enriquecedoras.

Cultivó el aforismo en su libro Del no mundo (1969), con una fuerte vinculación a Nietzsche y Lao Tse. Él llegó a definirse nihilista. En general, los nihilistas consideran que al final todo se reduce a nada, y por lo tanto nada tiene sentido. Rechaza todos los principios religiosos, morales y gnoseológicos, a menudo fundamentándose en la creencia de que la vida no tiene sentido; de que no hay una verdad absoluta y de que la realidad es aparente. Cirlot era ateo convencido, así lo expresa en uno de los poemas que más me gustan , pero que tiene una fuerte carga de cuestionamiento, de lo profano, de la divinidad y de la mortalidad ; «Momento» (1971).

Momento

“Mi cuerpo se pasea por una habitación llena de libros y de espadas con dos cruces góticas; sobre mi mesa están Art of the European Iron Age y The Age of Plantagenets and Valois, aparte de un resumen de la Ars Magna de Lulio.

Las fotografías de Bronwyn están en sus carpetas, como tantas otras cosas que guardo (versos, ideas, citas, fotos).

Si ahora fuera a morir, en esta tarde (son las 6) de finales de mayo de 1971, y lo supiera de antemano, no me conmovería mucho, ni siquiera a causa del poema “La Quête de Bronwyn” que está en la imprenta.

En rigor, no creo en la “otra vida”, ni en la reencarnación, ni tengo la dicha (menos aún) de creer que se puede renacer hacia atrás, por ejemplo, en el siglo XI.

Sé que me espera la nada, y como la nada es inexperimentable, me espera algo no sé ni dónde ni cómo, posiblemente ser en cualquier existente como ahora soy en Juan-Eduardo Cirlot.

Mi cuerpo me estorbaría y desearía la muerte –ah, cómo la desearía—si pudiera creer en que el alma es algo en sí que se puede alejare ir hacia los bosques estelares donde el triángulo invertido de los ojos y boca de Rosemary Forsyth me lanzaría de nuevo a la tierra de los hombres, porque en esta vida no he sabido o no he podido trascender la condición humana, y el amor ha sido mi elemento, aunque fuese un amor hecho de nada, para la nada y donde nunca.

Estoy oyendo Khamma de Debussy, que, sin ser uno de mis músicos favoritos (éstos son Scriabin, Schönberg y otros) no deja de ayudarme cuando estoy triste, que es casi siempre.

Mi tristeza proviene de que me acuerdo demasiado de Roma y de mis campañas con Lúculo, Pompeyo o Sila, y de que recuerdo también el brillo dorado de mis mallas doradas en los tiempos románicos, y proviene de que nunca pude encontrar a Bronwyn cuando, entonces, en el siglo XI, regresé de la capital de Brabante y fui a Frisia en su busca.

Pero, pensándolo bien, mi tristeza es anterior a todo esto, pues cuando fui en Egipto un vendedor de caballos, ya era un hombre conocido por “el triste”.

Y es que el ángel, en mí, siempre está a punto de rasgar el velo del cuerpo, y el ángel que no se rebeló y luchó contra Lucifer, pero más tarde cedió a las hijas de los hombres y se hizo hombre, ese ángel es el peor de los dragones.”

Cirlot fue un visionario, una persona sencilla, estudiosa, inteligente…

Durante las décadas de los cuarenta, cincuenta y sesenta, escribió y firmó manifiestos, divulgó monografías sobre artistas y publicó innumerables artículos en revistas nacionales e internacionales. Su sólida educación musical y artística le convirtió en colaborador ilustre de La Vanguardia, donde sus textos frecuentaron las múltiples facetas que le entusiasmaban. Publicó alrededor de ciento diez artículos.

Creo necesario no solo recuperar su figura, si no reivindicar el estudio de su poesía, el lugar que debe ocupar en este mundo del verso, que a veces, deja relegados al olvido a gente tan importante, que nos han enseñado qué hay más allá de las palabras; del símbolo que supone la palabra escrita y también, el eco que genera el verso en los labios.

Cirlot fue un visionario, una persona sencilla, estudiosa, inteligente, facetas que hoy por hoy se echan en falta muchas veces, y que otorgan notoriedad a quienes (con perdón), debemos preguntarnos si son merecedores. La historia, el tiempo, la muerte quizás dicten esa sentencia.

..El mar entre las manos de las nubes.

El mar entre las nubes de las hierbas.

El mar entre las hierbas de tu cuerpo…

Juan Eduardo Cirlot

Deja un comentario

Abrir chat
1
¿Cual es tu información o denuncia?
GRUPO PERIÓDICO DE BALEARES, tan pronto nos resulte posible, será atendido, gracias.