(IV) Ambición envenenada: Cuando la infidelidad arruina más que una relación

Fernando se sentía cada vez más desesperado por la situación. ¿Cómo había llegado a esto? Él amaba a Silvia con todo su corazón, pero parecía que ella no sentía lo mismo por él. No podía entender por qué lo trataba de esa manera, como si fuera una opción en su vida, en lugar de una prioridad. La sensación de que ella lo estaba engañando estaba creciendo en su interior, pero no quería creerlo. ¿Cómo podía ser posible que Silvia lo estuviera traicionando?
El amigo de Silvia, Roberto, había terminado recientemente una relación de 10 años con su pareja, Sergio. Roberto se había declarado abiertamente bisexual, pero nunca se le había conocido una pareja femenina, lo que había generado rumores en torno a su orientación sexual.
Además, la gente especulaba sobre la estrecha relación que mantenía con Silvia, sugiriendo que ella había sido la causa de la ruptura entre Roberto y Sergio. Se decía que Silvia se acercaba a Roberto con la intención de obtener ventajas en su trabajo en la gestoría donde él trabajaba.
Las demostraciones públicas de cariño entre Silvia y Roberto eran evidentes y algunos comentaban que también había evidencias de afecto en privado. Esto llevó a Fernando a sospechar que podría haber una infidelidad en juego, aunque lo disfrazaran como amistad.
Fernando se sentía incómodo al ver cómo Silvia y Roberto se comportaban juntos. Aunque él no sabía con certeza si había algo más entre ellos, la forma en que se trataban y se comportaban en público sugería que había algo más que una simple amistad.
Fernando se encontraba en una situación difícil. Por un lado, quería creer en la inocencia de Silvia y Roberto, pero por otro lado, los rumores eran cada vez más insistentes y no podía evitar sentir que algo no estaba bien. Lo mejor que podía hacer era hablar con Silvia y expresarle sus preocupaciones, esperando que ella pudiera aclarar sus dudas y disipar sus temores.
Pero las señales eran cada vez más evidentes. La gente no podía evitar notar la cercanía cada vez mayor entre Silvia y Roberto, su amigo y compañero de trabajo en la gestoría. Se les veía juntos con frecuencia, cogiéndose de la mano y abrazándose, lo que despertaba sospechas y alimentaba los rumores.
Además, corrían rumores de que pasaban tiempo a solas en la oficina los sábados por la tarde, cuando el lugar estaba cerrado y aparentemente desocupado. Estos encuentros secretos generaban suspicacias entre sus colegas, quienes no podían evitar especular sobre lo que realmente ocurría detrás de esas puertas cerradas.
La situación no pasaba desapercibida para aquellos que conocían a Silvia y Roberto. Su relación laboral había sido estrecha desde hace mucho tiempo, pero ahora parecía haber evolucionado hacia algo más íntimo. La complicidad entre ellos era evidente, y las muestras de afecto públicas no dejaban lugar a dudas.
Silvia, por su parte, se mostraba cada vez más distante y reservada. Evitaba hablar del tema y trataba de disipar cualquier sospecha con evasivas. Sin embargo, sus acciones hablaban más que sus palabras, y el ambiente en la oficina se volvía cada vez más tenso debido a la situación.
A medida que los rumores se esparcían y las evidencias se acumulaban, los compañeros de trabajo y conocidos de Silvia y Roberto no podían evitar preguntarse qué estaba sucediendo realmente. La incertidumbre y la especulación se apoderaban de las conversaciones, mientras que la relación profesional entre ellos se tornaba cada vez más difícil de mantener sin verse afectada por la sospecha y la intriga.
En definitiva, las señales de la estrecha relación entre Silvia y Roberto eran tan evidentes que resultaba casi imposible ignorarlas. Mientras tanto, el ambiente en la oficina se volvía cada vez más tenso, y aquellos que estaban cerca de ellos no podían evitar preguntarse qué desencadenaría esta situación y cómo afectaría a sus vidas profesionales y personales.

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