En recuerdo de Munay: Energía del amor
Un día alguien vino a mi casa, iba acompañada de un precioso perro negro. Teníamos que hablar sobre un trabajo. El perro se tumbó en el suelo, sin molestar a nadie. Ya se notaba su educación y saber estar. y su compañera de vida, muy educadamente, me preguntó: «Disculpa, ¿quieres que lo deje afuera?»
A lo que le respondí: «En esta casa todos los perros son bienvenidos»
Me sonrió y me dio las gracias, pues para ella su perro era tan importante como lo habían sido para mí los míos. Era fácil darse cuenta, pues para quien sabe mirar con los ojos del observador, puede ver el amor en los ojos de una persona, y el amor entre ella y su perro se veía puro, incondicional.
Por esas cosas de la vida, ella y su perro se quedaron en casa por una larga temporada. Fue entonces cuando entendí que era totalmente imposible no querer a ese animal. ¿Cómo no quererlo? Cuando alguien estaba mal, Munay se colocaba a su lado, transmitiéndole toda su buena energía. Tenía algo muy especial que reconfortaba a quien estuviera a su lado. Y no era solo mi percepción, lo decían todos los que lo conocían. No podía haber acertado más con el nombre: Munay, «energía del amor». Porque amor era lo que más sabía dar. Y si digo que daba hasta abrazos, les aseguro que no exagero.
Vivimos juntos durante un tiempo, hasta que un día Sandra conoció a alguien especial. Se mudaron los tres a una casita en el campo, donde Munay fue inmensamente feliz.
Sandra, tuvo que realizar un viaje bastante largo, de aproximadamente un mes. Munay se quedó conmigo, y se me ocurrió escribir un pequeño diario para Sandra, donde Munay le contara todas las cositas que había hecho en su ausencia. Quería darle una sorpresa a su vuelta.
Hoy Sandra me ha escrito un mensaje: «Munay nos ha dejado».
Quiero dedicar este escrito a Munay, en recuerdo y agradecimiento de todos los buenos momentos que nos regaló, y a Sandra, por haberlo dejado ser siempre el, con el mayor de los cuidados y quererlo incondicionalmente.
Por Sandra y Munay, sé que vuestras almas se acabarán reencontrando y que siempre estará en nuestros corazones.
Diario de un perro llamado Munay (Energía del amor)
26 de octubre 2021
Hoy ha sido un día de muchas emociones. Yo ya me olía algo, pues ya dicen que los pointers tenemos un olfato 11, aparte de una inteligencia 12, jejejejeje, y no tengo abuela.
Cuando vi la maleta, la ropa que en ella metías, cuando te oí hablar de tu viaje, cuando me mirabas sin decirme nada pero me lo decías todo, porque ya nos conocemos desde hace unos añitos, ¿verdad? Pues sí, yo sentía que mi compañera, mi amiga, mi todo, se iba a olfatear otros lugares, y sabía que si no me llevaba con ella, era porque era lo mejor y porque tenía que ser así. Así que decidí que el tiempo que estuviéramos separados me lo haría lo más divertido posible, porque ni ella tenía que sufrir por mí, ni yo por ella. Somos almas libres, que nos cuidamos mutuamente, nos entendemos y respetamos, y por el amor que le tengo, y que me tiene ella a mí, nos tenemos que mostrar fuertes. Porque también tengo que decir que lo somos, jijijiji.
Llegó la hora esperada. Mi compañera de vida me habla dulcemente, explicándome, como siempre, las cosas, con tranquilidad y una sonrisa en su cara. Cogiendo sus maletas, voy con ella hasta la puerta, por si todavía queda una esperanza de poder colarme, pero esta vez veo que no la hay. Así que nos despedimos, hasta que veo el coche partir. Pero todavía queda la esperanza de que se haya olvidado de mí o se haya despistado. Así que quiero quedarme un poquito más, atento a la carretera, mirando fijamente, como si nada más existiera a mi alrededor.
Bueno, pasado un tiempo ya decido ir de nuevo a la casa y pensar en lo bien que me lo voy a pasar aquí con Pimba,(mi amiga canina), Silvia, Adrián y sus Papás, que parece que les gusto. Al menos eso dice mi olfato.
Decido escribir a mi compañera para que cuando vuelva de sus aventuras no sea solo ella la que me cuente cositas, no no, ni hablar. ¡Aquí nos contaremos los dos, faltaría más!
Pues empiezo por contarte que al ser mi primer día en la casita sin ti, he estado un pelín tristecito, pero Silvia y Pimba han estado ahí a mi ladito, y me han explicado que lo vamos a pasar genial; que voy a comer como un rey, a dormir donde yo quiera, que pondrán la chimenea cuando haga frío e iremos a dar paseítos para que corra mucho. Así que, como el plan no me ha parecido tan malo, se me ha pasado bastante la tristeza. He olfateado todo durante el paseo, y ya por la noche he dormido en nuestra camita, pues ahí estaban tus olores. Silvia ha dejado su cuarto abierto, por si quería dormir con Pimba, se lo he agradecido con un movimiento de colita de los míos, y lo ha entendido.
Bueno, ya te he contado mi primer día, pero voy a contarte lo más destacado de las jugadas.
Estoy comiendo muy rico, Pimba y yo nos llevamos muy bien. Ahora solo me falta acabar de conquistar al resto de la casa, esa es mi meta ahora.
Así que con mis caritas, mi mirada al cielo y mi movimiento perruno de colita, ya he conseguido conquistar a los de la casa de arriba. Me han puesto hasta una mantita en un sofá. Ya tengo dos sofás para mí, uno arriba y otro abajo. Esto no pinta tan mal, la verdad.
También subo con Silvia y Pimba alguna vez a acompañarlas cuando comen en la casa de los señores de arriba, ¿y sabes qué? ¡Que ya no solo tengo un sofá, sino que estos amables señores, también me apartan comidita para que Silvia me la dé luego! Parecen buena gente, me está gustando estar en esta casita.
Te cuento que ha llovido muuuuuuchoooooo. Esos días yo no quería salir, no quería mojarme, pero Pimba sí que salía, a ella parece que no le importa. Así que para que no nos mojáramos no hemos ido a pasear, pero he estado muy contento en la casita.
Hoy han hecho un fuego dentro del agujero ese que hay en la sala. Me ha encantado, pues con el frío que hacía… Me ha gustado tanto que ya he aprendido la manera de pedirle a Silvia que lo encienda cuando me apetezca: Tan sencillo como sentarme delante de la chimenea y esperar. ¿Y sabes qué, amiga mía? ¡Que funciona! Parece que Silvia me sabe entender bien, aunque, modestia aparte, creo que sé hacerme entender, jejeje.
Hoy ha bajado la señora que vive en la casa de arriba. A esta no la conocía, así que he tenido una nueva meta: ¡Conquistarla! Se ha sentado en el sofá, y no se ha dado ni cuenta y ya estaba yo sentado con ella. Le ha hecho tanta gracia que ahora ya me quiere mucho, y me saluda cada vez que me ve.
Creo que la parte de la conquista humana referente a los habitantes de la casa ya es meta conseguida, así que tendremos que pasar a otra.
Ya tengo dos sofás, una cama, comidita arriba y abajo, paseítos cuando no llueve, y el calorcito de la chimenea. ¿La conquista humana ya ha quedado clara, no?
Parece que ha dejado por fin de llover, ahora ya salimos a pasear. Los primeros paseos no hacía mucho caso a Silvia, porque, ya sabes, con lo que me gusta correr, subir y bajar montañas, volver cuando yo quiera… Pero ella se empeñaba en llamarme. No sé qué interés tenía en verme, si ya sabe que estoy corriendo feliz, pero ella dale que dale. Es más cabezota que yo. Me llamaba y me llamaba hasta que me veía, pero no le bastaba con eso, sino que quería que fuera a su lado y luego darme la orden de cuando me podía ir. Primero pensé que era una broma. Pero de broma nadaaaaaa. Cada día lo mismo, y también se empeñaba en que me sentara antes de cruzar la calle. ¿Tú lo entiendes, amiga? Por más vueltas perrunas que le he dado, no sé por qué su empeño con el «sit, sienta». Seguramente lo llegaré a entender un día.
He decidido hacerle un poco más de caso, porque es muy cabezota. Ella me deja correr un ratito, luego me llama con un silbido que se oye hasta Singapur, y yo voy hasta ella. Me dice «¡Muy bieeeeen!», me da unas palmaditas y me deja ir de nuevo. Así que como no está tan mal, pues lo haremos así y todos contentos.
Ahora ya sé cuándo vamos a salir de paseo sin que me lo diga, porque se pone unos zapatos que son siempre los mismos, me mira sonriendo, mira a Pimba, y yo ya doy mis saltitos de alegría no sea que se arrepienta.
Te cuento que estoy muy bien y que te quiero mucho, porque te has preocupado de dejarme con estos humanos tan majos. Gracias, compañera.
Ahora yo quiero aportar mi granito de arena, así que cada vez que oigo un ruido afuera, ladro. No quiero que ningún extraño rompa esta armonía de aquí, ni les haga nada a mis humanitos lindos. Como nunca ponen la alarma, la verdad no sé para qué la pagan, pues yo les hago de alarma, y ellos me lo agradecen.
También les hago muchos mimos y les muevo la colita para que vean que estoy contento.
Hoy he decidido que no voy a dormir más solito, así que mi siguiente conquista es la cama de Silvia. ¡Allá voy!
Upppp, no ha habido suerte. Dice que en la cama no, y me manda a la de Pimba a dormir con ella, pero le he dicho que nanas, que yo no iba a conquistar la cama pequeña, sino la grande. A ver si lo entiende y me deja.
Segundo intento nulo, duermo en el sofá.
¡Hoy me ha dejadooooo! Creo que he sabido darle penita, lo he hecho genial, ¡soy un crack! Eso sí, ha puesto una sábana y mi mantita. Por el momento dormiré en ese trocito, ya cuando se vaya despistando iré cogiendo más terreno. De momento me doy por conforme, ya que esta meta me ha costado muchos días. Me haré el muy, muy buenecito.
Te cuento que estoy comiendo muy bien, gracias por el huesecito que me dejaste, me lo dieron el día que le llaman NAVIDAD. Lo que no entiendo es por qué a Pimba y a mí nos colocaron un pañuelo rojo. Decían, «¡qué monossss!» ¡Somos perros, no lo saben? Ellos contentos con que lleváramos el pañuelo, así que no discutí, y a lucir pañuelito rojo, los dos igualitos. Qué cosas más raras hacen a veces los humanos.
Hubo unos ruidos en el cielo muy fuertes, y Pimba y yo nos asustamos un poquito, solo un poquito, hasta que nos contaron que eran petardos, y nos tranquilizaron. Parece que estamos en lo que llaman los humanos NAVIDADES, por eso lo del pañuelo y el hueso.
El humano macho de la casa de abajo cada vez me hace más caso y habla mucho conmigo. A veces me quedo un ratito con él cuando Silvia se va a dormir, porque soy yo quien elige cuándo y dónde duerme. Menos mal, pienso que tú se lo debiste decir antes de irte.
Bueno, compañera, no quiero que te aburras con mi cartita. Estoy oyendo tu nombre de nuevo, y sé que eso significa que vas a venir prontito.
Además, te escuchaba en los audios que mandabas a Silvia. Aunque yo me hacía el interesante, estaba con el oído bien puesto a tus palabras, lo confieso.
Hoy me ha dicho silvia: “¡Mañana viene Sandra, tu mamá!” Como si cantara la lotería de Navidad. Al percibir ese tono cantante, pensé que era algo bueno lo que me decía, pero lo que me ha extrañado es que luego el macho de la casa de abajo hizo lo mismo, y luego la señora de la casa de arriba, ¡y luego el señor! ¿Qué les pasa que hoy todo el mundo te menciona cantando?
Me huelo que hoy voy a verte, y por eso estoy atento. Te huelo y ya siento tu presencia. Seguro que vienes hoy, ¡que me lo huelooo!
Estas han sido un poco mis aventurillas. Estoy deseoso de escuchar las tuyas, me encantará oírlas. Así que, como te he escuchado decir que esta noche dormiremos juntitos, nos las contaremos todas, o casi todas, que los perros también tenemos nuestros secretos, jejeje.
Estoy deseoso de verte y muy feliz de que seamos compañeros de vida. (pues se que no te gusta la palabra ama, en eso estamos de acuerdo, nadie es dueño de nadie, jejjejj)
Te quiere mucho
Munay, tu energía del amor. Gracias por un nombre tan bonito.
Muy bonitas las palabras.
Gracias Silvia por cuidar tan bien de Munay el tiempo que estuve fuera, sabía que lo dejaba en buenas manos y conociéndolo, sabía que terminaría durmiendo en tu cama ja, ja, ja.
Era un ser muy especial y dejó su huella en el corazón de cada persona que lo conoció.
Hoy mi corazón llora su ausencia y su recuerdo siempre vivirá en mí y en todas las personas que lo amaron y lo amarán eternamente.
Su cuerpo descansa en Paz bajo un enorme algarrobo centenario en mi jardín y su alma y su espíritu han vuelto a la fuente de amor de donde proviene.
Me siento privilegiada de haber compartido nuestras vidas y que haya sido mi mejor amigo y compañero todos estos años. No existen las palabras que puedan expresar mis sentimientos. Gracias Munay-ki por tu amor incondicional, por La Paz que generabas, la sanación que transmitías y por lo inmensamente felices que fuimos juntos. Todas las personas que te conocimos lloramos tu ausencia con agradecimiento y amor por haberte conocido.
Gracias amigo, nos veremos en la siguiente vida. La casa se siente vacía sin ti, echaré de menos tus abrazos y todo tu Ser.
Aunque me duela, respeto tu decisión y te dejo ir en paz, gracias, gracias, gracias. Siempre estarás en mi corazón mi Munito, mi gordito, mi guapito, mi gran Amor.
Te amo Munay-ki ❤️🐾🍀
Tu “mamá “ ❤️
Que bonito Sandra, como se les quiere!, su vacío se irá llenando con su luz
Beso enorme