El sentido común que nadie quiere escuchar

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Quiero que sepan primero que todo cuanto opino ejerciendo tal libertad se basa siempre en el sentido común y los estudios científicos como marco de referencia, especialmente desde la antropología, sociología, psicología social y ciencias económicas.

El Plan Corresponsables, a cargo de la secretaría de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, cuesta 190 millones de euros en el presente año. Forma parte de la batería de acciones destinadas a «acabar con el patriarcado y la masculinidad tóxica».

Partiendo de que hay mayores prioridades en pobreza y exclusión social, en pensiones, en personas dependientes y en sanidad, es un poco irracional invertir tanto en algo que, vistos sus efectos, polariza más a la sociedad ideológicamente que unirla especialmente en momentos tan excepcionales como los que estamos viviendo estos últimos años.

Recuerden un momento la reflexión de Borrell: «Los países Europeos son un parque infantil, cuando en realidad, el mundo es una selva». En ciertos aspectos, nos vamos diferenciando más de los habitantes de Rusia, China, Pakistán, India, Irán, Venezuela, Colombia, Congo, Somalia, Mauritania, etc….

Los ciudadanos comunes de los «países guardería infantil» no estamos ni por asomo educados, mentalizados y entrenados para afrontar los conflictos a los que vamos, por lo que indican los datos actuales, inexorablemente avocados.

Si vamos a seguir necesitando soldados, fuerzas armadas profesionales de la seguridad y enfrentarnos a grandes retos como pandemias, guerras, desestabilización social, colapso ecológico y lo más preocupante, todo sazonado con un mismo factor común, la economía, pues ésta, está en la base de todo ¿cómo creen que pueda existir esa guardería infantil en medio de la selva?

Simplemente, los países se han endeudado hasta cuotas insalvables y para justificarlo han desarrollado modelos de vida donde las discusiones de patio de colegio han provocado una ingente cantidad de recursos dedicados a resolverlos.

Estos planteamientos, maliciosamente impuestos por vividores de la política, pasa lo mismo que con las principales religiones, es decir, si éstas se apoderan de que para ser bondadoso, compasivo y moral tienes que ser de sus huestes sí o sí, se impone la falacia de que quien no pertenezca a sus credos no puede reunir tales dones.

Lo mismo pasa con esta cohorte de manipuladores: Supeditan a que los «hombres para ser más positivos, abiertos, plurales y heterogéneos», sólo lo pueden ser si son etiquetados por la ideología de ellos.

Acerca del autor de la publicación

Toni Bauzá

Director Contenidos y Audiovisual | Agente de Prensa | Mallorca

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