El peligro de pensar en voz alta…

El INE informa que en agosto, la inflación sube al 10,5%. Comer cada día cuesta más para el que tiene poco parné. Evidentemente para el pudiente, éste, ni se entera, basta ver los restaurantes caros, están todos a rebosar.

Los kebap y restaurantes poco exigentes, como los merenderos de toda la vida, también, pero no por el mismo público.

Niño Becerra, el mediático catedrático en economía, nos vaticina esta vez, que entre el 40 y 75% de los restaurantes y bares tendrán que cerrar porque no podrán sostener un equilibrio entre gastos y beneficios.

Pronto veremos como los trabajadores, los que queden, en vez de ir al bar a merendar, volverán a llevar la antaño común fiambrera.

Ahora, el obtuso, el currito del escudo de su equipo preferido de fútbol en el pecho, subido a sus chanclas compradas en los chinos, se está gastando el dinero de sus ahorros en «bares, restaurantes, carreteras y playas», como dice el señor Becerra, sin pensar que tenían que haber ahorrado para lo vital que les hará falta mañana.

Tiempo al tiempo, sigan ustedes, los humildes, los que no tienen en sueldo asegurado, disfrutando del «último verano», pues el próximo, si tiene razón el señor Becerra, ya sólo será, para la mayoría, un privilegio de funcionarios y adinerados.

Incluso, a más de uno, de esos que ni pensaban en los excluidos y pobres de Palma de Mallorca, tenga la desgracia de verlos, el próximo verano, en las colas del hambre…

Y cuando les pregunte: Oye ¿Tú cuando el año pasado estabas en el chiringo, con la cervecita, el paquete Marlboro y la tapita, te acordabas de ayudar a los pobres?

Ah ¿Y escuchaste y te tomaste en serio alguna vez que estábamos llegando al colapso ecológico y de contaminación cuando apagabas las colillas en la arena de la playa?

Claro que no, tú solo esperabas que reiniciara la temporada de la Champions y a ver que chati te ligabas en la disco cutre.