A veces, con trágicas consecuencias, por ejemplo, una mujer maltratada tarda una media de cinco años en reaccionar… y en nuestro país, 856.000 mujeres entre 18 y 50 años han sufrido maltrato, entre 50 y 85 años el número es mayor.
Recuerdo a una pareja joven que vino al comedor social, ella era hermosa, esbelta y con semblante inteligente, él llevaba escrito en la frente «odio», te miraba como si te perdonara la vida… Y sí, hace unos años que la maltrata, incluso le dio una paliza estando embarazada de 7 meses, ahora el niño está en un centro social… Y ella, con él, con el «machote».
Todas las emociones y sentimientos son esenciales, son una simbiosis de plenitud existencial, construyen las fortalezas que enseñan a decidir, evolucionar y en especial cómo y a quién amar, por eso no hay que resistirse al adiós o al cambio necesario…
Los principales signos de una relación tóxica son: vivir comparando con el pasado u otras personas, incomunicación, mentira, rutina, celos, desconfianza, intromisión de terceros, falta de expectativas realistas, orgullo desmesurado y exceso de comunicación sarcástica que es una forma de agresión verbal.
Esto llega a su máxima expresión en la agresión física.
Lo que pasa, a veces, es que en vez de eso, cambiar, las personas persisten en resistirse a ello porque lo entienden como un “fracaso” y soportan demasiado tiempo un error o forma negativa de ser…
Eso es debido principalmente a un sesgo cognitivo que la psicología social describe: «cuanto más tiempo y esfuerzo invertimos en una persona, más nos cuesta dejarla aún sabiendo que nos es tóxica sólo por el hecho de no querer renunciar a todo lo luchado por mantener la relación».
Por eso, el mal tratador aprovecha las fases tempranas de la relación, el enamoramiento, para condicionar la conducta de su víctima haciéndole creer que la entrega abnegada y el soportar sus bravuconadas es una demostración necesaria de amor.
Incluso caen en la trampa de haber realizado una ‘promesa’ que suele ser causada por un romanticismo patológico y comúnmente va descrita con frases como: ‘siempre’, ‘eterno’ o ‘indestructible’…
El desamor es una carta que tiene dirección de origen pero no de llegada, dirigida a todo el que finge en su apariencia, que eso, no le importa nada…
Así, al asentarse en el propio abandono interior, nace un dolor que no se olvida, un vacío emocional a veces tan terrible como necesario en nuestra vida…
Es un maestro que te invita a crecer para desarrollar la resiliencia y tomar las riendas de tu ser.
Una de las cosas más importantes para ser feliz es saber cambiar, pero cambiar a tiempo… y entender que no es la persona a quien asocias el amor quién te lo causa, eres tú mismo quien neurobiológicamente te lo has provocado, pues nuestro cerebro nos engaña generando una asociación…
Es tan contraintuitivo que incluso muchos psicólogos, ellos mismos, se lo niegan.

Director Contenidos y Audiovisual | Agente de Prensa | Mallorca
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