Las personas somos temperamentales, nos dejamos llevar por impulsos, por sentimientos contradictorios, que a veces, en ocasiones dejamos un reguero de cadáveres a nuestro paso.

Hay veces que nos damos cuenta, retrocedemos en nuestros pasos e intentamos recomponer los destrozos de nuestro huracán personal.

En cambio, hay otras que poco les importa la generación de cadáveres, si eso le lleva a escalar la cima de sus propósitos.

Pisoteando los recuerdos, arrancando las entrañas de las emociones y dejando a la persona, como un guiñapo ante la sociedad, amistades, trabajo. Aun así, no se siente satisfecha que intenta poner en contra el mundo que lo rodea.

Esas personas son la lacra de una sociedad, que solo entiende que el ascender peldaños en la vida, es a base de pisotear a las personas.

Sabemos que no es lo correcto, si uno quiere ascender esa escalera de “premios” o “vivencias”, se hace subiendo peldaño a peldaño. Incluso ayudando al que has dejado atrás. Superando obstáculos, aprendiendo qué la vida misma es aprendizaje constante.

Nosotros como sociedad no deberíamos tolerar las infamias, mentiras que se vierten sobre la gente que nos rodea. Sean familia, amigos, conocidos o simplemente gente anónima.

Lo digo con conocimiento de causa, porque todos alguna vez en la vida nos hemos topado con esos buitres carroñeros y se por experiencia propia el dolor que se sufre. Hoy no me ha tocado a mí, sino a un amigo. Se el dolor causado, se la impotencia que se siente y como los pulmones te queman por no poder, ni tan siquiera dar un grito.

No puedo reponer lo perdido, solo estar a su lado como otros amigos que lo han levantado y no lo han dejado caer. Los que nos rodeamos de su presencia, sabemos la verdad y eso es lo que importa. Porque por mucho barro que echen, la verdad siempre sale a flote.

Cada mañana miro al cielo, para buscar el ave fénix que surgirá de sus cenizas. Y el día que la vea sabre con certeza, que al fin vuela libre de ​ ataduras, habladurías.

Mientras llega ese día, jamás dejare que camine solo. Porque los amigos de verdad son los que hay que cuidar.

Nota autor: Dedicado a mi buen amigo Francisco José Castillo, ya estamos viendo que resurges de tus cenizas, como el Ave Fénix que eres, tienes muchas personas que te quieren a tu lado, eso nunca debes olvidarlo.

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