Crónica de una muerte anunciada. El problema de la Sanidad Pública en España. La crisis de la Atención Primaria.

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Durante años hemos escuchado varios “mantras” en referencia a nuestra Sanidad Pública, y hemos convivido con la idea de que jugábamos en Primera división a nivel Mundial.

“Se nos ha vendido que la sanidad española es de las mejores del mundo, pero no es verdad. Está hecha un desastre!”. Y no lo digo yo, se dice desde la CGCOM. “Tenemos a los mejores profesionales, pero no el mejor sistema”. Como va a ser el mejor sistema el que abusa de la vocación y entrega de sus profesionales?”

La Atención Primaria, ámbito en que he desenvuelto mi actividad profesional durante 42 años, sigue siendo el elemento central de nuestro Sistema sanitario. Pero también es, en el momento actual, el que presenta una problemática más compleja.

Hemos pasado del triunfalismo a reconocer que estamos sumidos en una espiral descendente que pone seriamente en riesgo la continuidad y la viabilidad del sistema. Quizá dejar de repetir que tenemos la mejor sanidad del mundo sea el primer paso para entender qué falla y cómo podemos mejorarlo. Sanitariamente, somos un país del montón, de la parte de arriba del montón, donde se viven muchos años, se hacen muchos trasplantes, pero los médicos ganan bastante menos que sus homólogos europeos.

Pertenezco a la generación del baby-boom, de finales de los 50, donde la natalidad alcanzó unas cotas superiores al pasado, y nunca repetidas después. Sin tradición médica familiar, pero siempre recuerdo mi voluntad de estudiar medicina. Yo era un niño muy lector, y con la suerte de que mis padres eran del “Círculo de Lectores” con lo cual cada mes caían libros nuevos, que acababan en mis manos. Recuerdo la lectura de Sinuhé el egipcio” de Mika Waltari, y el “Dr Arrowsmith” de Sinclair Lewis. También fue una época de series de médicos entre las que recuerdo dos “Dr Gannon”, en entorno hospitalario, guapo y ligón, y sobre todo “Marcus Welby Doctor en Medicina” de un médico veterano de Atención primaria y su joven ayudante. Y entre ellos existe una confrontación entre la sabiduría de la madurez, que antepone la empatía al pragmatismo científico. Porque Welby, se convertía en una especie de amigo y consejero que abordaba los problemas de sus pacientes más allá de análisis y radiografías. Siempre fue mi referente.

Acabamos muchos de mi generación la carrera de Medicina, tantos como que en el MIR y en las oposiciones de Médicos Titulares de 1982 éramos unos 30.000 en búsqueda de plaza.

En una época de exceso de oferta sobraban médicos. Esa generación fue precarizada, mal pagada, y algunos se han jubilado sin obtener jamás una plaza en propiedad encadenando durante décadas interinidad e inestabilidad.

Esa generación puso la sanidad española en el nivel del que presumíamos. Fundamentalmente teníamos una sanidad basada en un bajo costo de salarios, que la hacía muy sostenible.

La imagen prestigiosa de la figura del Médico fue degradándose, las exigencias de unas notas de selectividad inalcanzables, 6 años de formación de grado y mínimo 4 de especialidad, y la expectativa de futuro en sueldo y estabilidad poco atractivos, llegaron a hacer descender el número de estudiantes hasta el punto donde nos encontramos ahora.

Nos quedamos con la idea de que años atrás ya había menos profesionales, y le añadimos el matiz de que muchos de los que existían tenían un horizonte de edad que los situaba cerca de la jubilación, y sin posibilidades reales de recambio generacional. 

Y cómo las desgracias nunca vienen solas hay que añadir dos factores en la última década absolutamente trascendentes. Primero con los recortes fruto de la última crisis económica se bajaron sueldos, se dejaron de subir, y muchas plazas se absorbieron repartiendo la carga en unas plantillas escasas. En Atención Primaria se dejaron de substituir las ausencias, por vacaciones y bajas laborales. El máximo del mas por menos.

Que la AP no es atractiva lo pone en evidencia las 200 plazas no cubiertas en la última convocatoria MIR.

La última estocada ha sido la pandemia. Con recursos muy precarios enfrentándonos a una situación nunca vista. Sanitarios infectados, sanitarios excluidos de la atención de pacientes de SARS COV2 por edad o situaciones de riesgo. La del coronavirus ha puesto en evidencia la falta absoluta de recursos de nuestra Atención Primaria. Y recordar que el peso de la AP en la atención de estos pacientes ha superado al 85% de los casos que no precisaban de ingreso hospitalario.

Hace años ya avisábamos de un futuro, hoy presente, muy difícil. Y no se hizo nada. El cortoplacismo de nuestros políticos una vez mas ha quedado patente. No basta con repetir lo de que la Atención Primaria es la “puerta de entrada del Sistema de salud” y de que es el “eje vertebrador”. Llevamos oyéndolo muchos años, y por políticos de todos los colores. Pero nunca han hecho nada.

Ahora se crean planes de contingencia, se ha visto en la Comunidad de Madrid, para la atención en los Centros de Salud, donde no haya Médicos. Preocupante. Desarrollar al máximo las competencias de nuestras compañeras enfermeras es importante, pero obligarlas a ejercer nuestras funciones es una aberración.

Una solución rápida, la única que parece que está encima de la mesa, es favorecer profesionales extracomunitarios y formarlos aquí. Sabemos que un porcentaje importante se irá a trabajar a otros países donde la remuneración sea mejor. Pan para hoy y hambre para mañana.

Soluciones, la primera invertir de una manera importante en Sanidad, especialmente en AP, y dejar el modelo hospitalocéntrico actual. Viste mas la foto del político de turno inaugurando un hospital o frente a la maquinista mas innovadora, pero si no hay una AP fuerte no hay Sanidad Pública. Y la segunda prioridad es fidelizar a los profesionales, ofreciéndoles estabilidad y sueldo digno.

En nuestra Comunidad Autónoma el costo de la vida no es comparable, salvo algunas grandes ciudades tipo Madrid o Barcelona, al resto de España. El caso de Ibiza o Formentera roza con lo increíble. Me han preguntado muchas veces si el catalán es el problema principal de que aquí no vengan profesionales, no lo creo, pero tampoco ayuda a que vengan.

O se espabilan o la sostenibilidad de nuestro Sanitario Público tiene los días contados. Es una crónica de una muerte anunciada.

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