Caimari es un chico poco agraciado, tanto física como intelectualmente

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Su madre tuvo un parto difícil, dicen que eso afectó al desarrollo adecuado de su cerebro. Pero la realidad es que a los 3 años su progenitora murió por una metástasis originada por un cáncer de mama. Eso hizo que su padre, un pagés de S’Aranjassa, contratará los servicios de una mujer ecuatoriana, Diana, con la que al final tuvo una relación marital y dos hijos más. Diana, no quería a Bartolomé y la falta de atención emocional por un padre ausente y la carencia de amor materno así como graves deficiencias nutricionales, pues, lo que deseaba Diana, mujer malvada donde las haya, es que el niño enfermara gravemente para librarse de él, pero milagrosamente, Caimari consiguió sobrevivir. Todo ello, afectó a su capacidad cognitiva y habilidades de relación a muchos niveles. En primaria sufría la burla y el abuso de los demás niños, que se reían de su torpeza y poca gracia. Eso cambió en la secundaria, cuando fue captado por una banda de menores que trapicheaban con drogas blandas y, él, era un perfil perfecto, carente de estima, con tal de estar integrado con ellos, hacía cualquier cosa que le pidieran.  Repitió varios cursos durante la educación secundaria y más que aprobar le aprobaron el último curso, tal vez para librarse de él, pues lo que hacía era distorsionar el normal desempeño educativo de la clase y hacerles el abuso a aquellos que se lo habían hecho a su vez en primaria. Pero él iba y aguantaba las clases, además, porque tenía un secreto emocional, había una chica que se parecía mucho a una foto de su madre cuando aquélla tenía su misma edad, la deseaba tanto, que le dolía el cuerpo sólo con pensarla.

Cecilia está radiante, feliz, orgullosa de sí misma, hoy se ha realizado la fiesta de graduación, ha sido la mejor estudiante de su promoción con una media de 9,9.

Es una chica alegre, responsable, educada, con valores universales, deportista, esbelta, una auténtica flor humana.

Después de ser felicitada por todos, dar un abrazo a sus padres, profesores, tías y amigos, en su corazón está la ausencia de Susana, su mejor amiga, compañeras desde primaria, que estos últimos años, debido a la crisis provocada por la pandemia, sus padres, empresarios de la hostelería se arruinaron y los problemas económicos y familiares se agravaron hasta el extremo de que tuvieron que vender su casa e irse a vivir de alquiler a un apartamento en el Polígono de Levante. Eso afectó al rendimiento académico de Susana y tendrá que repetir segundo de bachiller.

Así que decide que lo primero que va hacer es ir a visitar a su amiga. Apenas llegó a su casa, en C’an Pastilla, envía un mensaje a Susana para tenerla en sobre aviso, se cambia de ropa, se sube a su bici y se dirige hacia el Parque Krecovic, donde enfrente vive su amiga.

Susana se angustia, ha pasado algo más de una hora y no hay novedad de Cecilia, piensa: «Qué raro, con lo responsable que es me habría enviado un mensaje enseguida, qué le habrá pasado». Por lo que decide bajar a la calle a ver si la ve antes de llamar a sus padres, no sea que los preocupe por nada. Anda bordeando el parque cuando entre las rejas observa que al lado de unos setos está tirada en el suelo una bicicleta que diría que es idéntica a la que tiene su amiga. No puede evitar empezar a correr hacia una de las entradas, su corazón se acelera, el miedo a que haya pasado algo malo la invade, se está acercando, ve un pie de alguien tendido en el suelo sin calzado, una pierna magullada, un cuerpo desnudo ensangrentado, una cabeza aplastada por una gran pedrusco junto a ella… Y la pulsera de tobillo que Susana le había regalado en su último cumpleaños.

Cecilia había sido violada y asesinada por una manada multiétnica de menores, iban encapuchados, pero en el forcejeo, Cecilia, consiguió quitarle la capucha a uno. Eso fue lo que la sentenció. Resultó que era Caimari, un compañero de secundaria que, junto a otros acosadores, la estuvo agobiando durante el último año de la ESO, pero los profesores, incluso sus propios padres, se veían incapaces de hacer nada.

Antes de matarla, Caimari, con lágrimas en los ojos le dijo: «Lo siento, eres el amor de mi vida!.

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