Ante las incertidumbres de la vida, a veces, nos refugiamos en los sentimientos

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Ante las incertidumbres de la vida, a veces, nos refugiamos en los sentimientos, haciendo las cosas con el corazón, pero apagando el cerebro, de ahí, que nuestra inteligencia y superación en la vida dependa de nuestra capacidad de resistencia mental ante los infortunios.

Si no mantenemos la mente atenta dependeremos de las oportunidades que el azar establezca sin crear nosotros otras nuevas alternativas.

Muchos examinamos a los demás, pocos a nosotros mismos, y los que lo hacemos, a menudo, nos hacemos trampas, siendo mucho más duros con el prójimo.

La acomodada sociedad occidental está contagiada de monotonía, que es la costumbre de las mentes perezosas, pues, convierte su voluntad en un musculo cada vez más débil ante la adversidad.

En circunstancias como las que vivimos en la actualidad, el obtuso reacciona precipitada y emocionalmente, el sesudo reflexiona, planea y actúa en consonancia a las exigencias de la realidad anticipándose a las reacciones de las voluntades más débiles.

La mejor vara de medir tu inteligencia es observar lo que haces con el tiempo ¿a qué dedicas los minutos de reloj de esta preciosa existencia?

Si dedicáramos, la mayoría, 5 minutos al día en ayudar al mundo que nos rodea con la mente despejada, total sinceridad, compromiso, tolerancia e inteligencia, con eso, bastaría para que aumentara la probabilidad de que llegue a ser un paraíso.

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