Hace unos días, el 23 de Febrero, se cumplieron 42 años de aquella nefasta fecha en la que un destartalado cerebral guardia civil con dos estrellas de ocho puntas en la bocamanga invadió el Congreso de los Diputados al grito de “se sienten coño” y blandiendo su arma reglamentaria con ademán desafiante.

Lo que vino después ha sido recogido por las páginas de la historia en el transcurso de muchos años que nos recuerdan lo que nunca debiera haber ocurrido, y sin embargo sucedió.

Lo cierto es que en algunos casos la memoria y la historia no caminan al unísono por los mismos derroteros, aunque personalmente bien quisiera que así no fuera.

Aquella infortunada tarde del 23 de Febrero de 1981 se pretendió un golpe de Estado contra el gobierno del Reino de España que presidía Adolfo Suárez, y no se quisieron sentar ni el General Gutierrez Mellado, ni Santiago Carrillo ni tampoco lo hizo el propio Adolfo Suárez, aunque las imágenes dejaron para el recuerdo que sí se sentaron los tres porque el resto de ministros y diputados se escondieron parapetándose en su respectivo escaño congresual.

Pasadas la 6 de la tarde, los micrófonos de las principales cadenas radiofónicas lanzaban la noticia de aquel sorpresivo asalto y en el Consulado del Mar, en donde se estaba celebrando un Consejo Ejecutivo del Consell General Interinsular, le trasladé la información al Presidente Jeroni Albertí quien de inmediato dio por resuelta la reunión ofreciendo a los consellers que allí estaban la posibilidad de abandonar el edificio. Solo quedamos junto al Presidente, su secretaria, Andreu Manresa que era el Director de Comunicación de la Presidencia, los consellers Miquel Pascual y Antoni Borrás, el Jefe de Seguridad con otro miembro del servicio, el chófer y yo mismo.

Se intentó hablar con el Capitan General de Baleares, Manuel de la Torre Pascual, para esclarecer algunas noticias que nos llegaban sobre el movimiento de tropas en Valencia y Burgos, pero no fue posible hasta transcurridas unas horas ya que el general no podía atender al Presidente porque estaba cenando. Después si le dijo a Albertí que estuviera tranquilo, que él no había acuartelado ninguna tropa y que estuviera pendiente de la intervención de Su Majestad El Rey en un comunicado que trasladaría personalmente al pueblo español. En el ínterin el Presidente consiguió comunicarse con el Jefe de la Casa Real el mallorquín Nicolás Cotoner y Cotoner, Marqués de Mondéjar quien le pidió que estuviera atento al mensaje que a través de TVE iba a transmitir Su Majestad.

Minutos de tensión por las noticias que volvían a repetirse sobre el suceso y que se mezclaban entre la incomprensión y la espera. Y al final, rayando la madrugada y precedido del cartel de MENSAJE DE SU MAJESTAD EL REY, Don Juan Carlos vistiendo su uniforme de Capitan General del Ejercito de Tierra del Reino de España, inició su parlamento dirigiéndose en primer lugar a todos los españoles para dejarles bien claro…

“La Corona, símbolo de la permanencia y la unidad de la patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir el proceso que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum”

Y finalizó con su proclama…

“Hago saber que he cursado a los capitanes Generales de las regiones militares, zonas marítimas y regiones aéreas la orden siguiente: Confirmo que he ordenado a las autoridades civiles y a la Junta de Jefes de Estado Mayor que tomen las medidas necesarias para mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente. Cualquier medida de carácter militar que en su caso hubiera de tomarse deberá contar la aprobación de la Junta de Jefes de Estado Mayor”.

Y así se acabó la zozobra. Tras escasamente dos horas entre llegar a su casa y salir hacia el aeropuerto, Jeróni Albertí, que era Senador por Mallorca, voló a Madrid para participar en una convocatoria de todo el Senado al constituirse el mismo en el sustituto de la Cámara Baja que, como era visto, se hallaba secuestrado a punta de las metralletas que portaban algunos números vistiendo el uniforme de la Guardia Civil. Una ráfaga de munición ha quedado permanentemente en el cielo del Salón de Plenos del Congreso de los Diputados.

JUAN CARLOS I, Rey de España intervino a cara descubierta para abortar esa rebelión de personajes ungidos por el sacrosanto deber de patrimonializar unos sentimientos y otros deseos. Después personajes de medio pelo, aunque alguno lo tenía largo y recogido, se han lanzado sin ningún pudor acusando a “la monarquía por estar especialmente diseñada para delinquir. La monarquía es un problema gravísimo para nuestra democracia” Y eso lo dice un tipo que su partido le debiera haber enviado al congelador político cuando fue sentenciado judicialmente por haber estafado a un trabajador que le prestaba su servicio y a la propia Tesorería de la Seguridad Social. Un sinvergüenza con pedigrí muy al revés del Rey Juan Carlos I que nada tiene pendiente con la justicia.

Y otro Pablo, que a sus 3 años de edad no pudo ver a través de la televisión el mensaje de Su Majestad El Rey, ni siquiera pudo preocuparse de juntar unas cuantas letras para conseguir escucharlo o leerlo. No se lo pierdan… “La monarquía es un problema y un freno para los avances democráticos de un país”. Repito, escuche o lea el mensaje de Su Majestad el 23 de Febrero de 1981. Corinas y Bárbaras hay muchas revoloteando entorno a personajes de relieve mundial. Después todas acaban igual; quejándose de que no han obtenido lo que esperaban que así fuera.

Bien convendría que a esos dos pablitos los españoles les pusiéramos a trabajar picando piedra con el deshonor de ser unos cavernícolas que preparan sus embrujos sin haber evolucionado desde esa misma edad de piedra.

El Rey Don Juan Carlos I, está muy por encima de estos personajillos de cabaret trasnochado. De momento y ese día, quedó aclamado como el mejor garante de nuestra democracia, y ustedes, señores de los tirapiedras de siempre ¿qué han hecho de bueno por este país?

Solo por citar un pequeño detalle, en 1.928 otro 23 de Febrero reinando Don Alfonso XIII durante la dictadura del General Primo de Rivera se reformó el Código Penal de España en el que se agravaron las sanciones para delitos de fraude y especifica los de timo y chantaje. Tal cual que ahora, que se hace desaparecer el delito de la malversación cediendo al chantaje, beneficiando el fraude de ley y timando a los ciudadanos de éste nuestro país. Pues bien durante esa oprobiosa dictadura que sería así citada por los mandamases del traspaso desde la tienda de campaña al casoplon por las afueras de la capital, un tal Francisco Largo Caballero formaba parte del Consejo de Estado y a su vez forzar la dimisión de otro tal que fue Indalecio Prieto. Lo mismo que sucede hoy en día; a navajazos en el propio seno del partido

Claro que otro 23F, el de 1.919, Benito Mussolini fundó el Partido Nacional Fascista, con lo cual no se muy bien que fue peor si la dictadura de Primo de Rivera, el consejero de estado Largo Caballero, el sindicalista Indalecio Prieto o el loco de Predappio en Italia que es donde nació y en donde se encuentra su cripta en el cementerio “di San Cassiano in Pennino”.

Y lo peor no es que esos destructores de la verdad que visten políticamente con el mismo color que las túnicas de la Semana Santa, ya sabemos que juegan a conseguir la III República y, supongo a abrir un consulado en Paracuellos del Jarama con monumento dedicado a volver a repetirlo. Lo peor es que gente que dice ser monárquico/a ni se haya manifestado en favor de Don Juan Carlos y le sigan escondiendo como si se tratara de un apestado cuando, lo vuelvo a repetir, es, ha sido y será siempre reconocido por la gente de bien como el auténtico garante de nuestra democracia.

Y todo ello con la aquiescencia de su HIJO al que formó y le dio carta de naturaleza.

Así las cosas, lo dicho, Corinas y Barbaras no estarán nunca a la altura de su imagen como gestor de una transición que nuestro pueblo valora y reconoce. Imagino que en la manifestación prevista para el 7 u 8 de marzo próximo sus organizadoras la inundarán con pancartas a favor de esas dos mujeres patrimonio de unas feministas de izquierdas también trasnochadas.

Yo he manifestado públicamente que soy Juan Carlista a morir y de momento no monárquico en general, porque si los monárquicos de carnet han tratado a Don Juan Carlos como lo están haciendo ahora, atentamente… ¡paso!

Deja un comentario

Abrir chat
1
¿Cual es tu información o denuncia?
GRUPO PERIÓDICO DE BALEARES, tan pronto nos resulte posible, será atendido, gracias.